Anoche se despertó a las tres de la mañana, intentó volver a dormirse en su cama y no lo consiguió. Se fue a la cocina y se calentó una infusión de esas que siempre tenía de reserva para momentos “importantes” y se fue a la habitación de su hijo. Se sentó en su cama y pensó que aunque no estuviera, el hecho de sentir su presencia haría que volviera a relajarse. No iba muy desencaminada porque pudo dormir hasta las cuatro y media pero después…..
Así que se levantó y cogió el teléfono. Entró
en la guía donde tod@s guardamos los números y empezó a leer nombre por
nombre.. ¡curioso! Nombres de personas que te enamoraron en algún momento de tu
vida pero que ya no están, nombres de amig@s de toda la vida, nombres de amig@s
que has conocido tarde pero es como si fueran de siempre, nombres de compañer@s
de batallas a los que aprecias y quieres, y a l@s que no tienes más remedio que
aguantar o tratar ;), nombres de familiares, nombres de personas que intentas
evitar, nombres de no sabes de qué, nombres que quieres olvidar pero no te
atreves a eliminar, nombres de profesionales que has necesitado o vas a
necesitar y nombres, más nombres…. Y entre tantos, uno… ese nombre tan oculto y visible a la vez. Ese
nombre que nunca puedes nombrar, y que disfrazas con seudónimos, frases hechas,
y códigos. Ese nombre que ha formado parte de tu vida de una manera muy intensa
y ahora, por circunstancias de la vida, deja de estar… Ese nombre que
pronuncias en sueño, que escribes en tu piel. Ese nombre que sientes como
penetra sin necesidad de nombrar…. Ese nombre que intentas llamar pero es un
continuo bloqueo sin señal…. Ese nombre que te hace presionar la cabeza, que te
deja en ocasiones sin respiración, que te hace cambiar de humor, que te hace
estar a la defensiva y que te hace quizás, no conciliar el sueño…..
Así que se paró en él, le dio a aceptar y
comprobó que no está, que no existe , que los mensajes están vacíos de
contenidos importantes, que las llamadas establecidas son muy pocas, que apenas
hay correo ni contacto en la red y que ese nombre, ese seudónimo y esos códigos
no están en ese teléfono…..ahora entiende las dudas, los miedos, la frialdad,
la desconfianza, la extrañeza…. Así, que sin pensárselo dos veces se levantó y
fue a la caja donde tenía guardado el antiguo… lo encendió, abrió la guía y
buscó su nombre…. Estaba todo, todo…. Las confesiones, las fotos, los
sentimientos, las consultas, las dedicatorias, las miles y miles de llamadas y
de mensajes que ocupaban todas las horas del día… estaba todo… el sentimiento
de cercanía, de confianza, de claridad, de complicidad… y pudo pronunciar su
nombre…. ¿A qué teléfono tenía que hacer caso?, se preguntó…
Pasaron los días y ella empezó a encontrarse
mal, él se enteró y se preocupó por ella, pero nunca se lo llegó a demostrar.
Ella, que estuvo apoyada por todas las personas que la querían, deseaba
pronunciar su nombre. Deseaba ser abrazada por él para llenarse y fortalecerse.
Quería sentir la seguridad y la sinceridad de una amistad que un día ocupó una
parte de su vida. No por dependencia, sino por el sentir de un reencuentro.
Él le dijo que no. Que no quería abrazarla.
Ella, que había comprendido a respetar, se marchó. Nunca supo si lo hizo porque
seguía enamorado de ella y le era imposible acercarse más, o si fue porque en
verdad nunca existió ese teléfono viejo. Comprobarlo merece la pena? Supongo
que no…. O por qué no? El recuerdo nunca
será el mismo…