Existe un maltrato que no se ve, que no se cuantifica,
que no se valora porque no deja marcas y no sangra, que no sale en las noticias
y por eso se castiga menos o no se castiga, que destruye lentamente, que
aniquila el ser, que corroe el alma y que deja secuelas graves para toda la
vida.
Es el maltrato psicológico, el que comienza ignorándote, impidiendo que
te expreses, que seas tú, que seas persona.
Él siempre encuentra tu error, tu fallo, tu defecto y te
lo hace ver de forma delicada, cariñosa y sutil, pero con contundencia. Y te lo
crees…. que si no se cocinar, ni comer, ni vestir, ni hablar, ni leer... ni
siquiera se organizar mi tiempo, que tendrá que hacerlo él por mi, que menos
mal que está él para arreglarme la vida.
Día a día vas cediendo parcelas de poder y él te va
ganando terreno, manipulando, controlando, se va metiendo en tu vida, en tu
trabajo, en tu ropa, en tu listín telefónico, en tu correo, en tus amistades,
en tu cuenta corriente y pasito a pasito, hasta en el ultimo rincón de tu
pensamiento, eso sí, con gran sutileza y enmascarando de amor todos sus
reproches, sus golpes bajos, sus humillaciones, sus asaltos emocionales, sus
mentiras, sus contradicciones, su frialdad al verte llorar.
Cuando él entra en casa lo examina todo e incluso cuenta
los cubiertos sucios que hay en el lavavajillas tratando de encontrar una prueba
de una imaginada infidelidad… Y ya, nunca más estás relajada, la ansiedad te
invade, el ambiente se carga de tensión y tienes que medir las palabras, los
gestos y hasta las miradas, porque todo lo analiza. No quieres ni moverte... y
te das cuenta que te incomoda su presencia, te gustaría que se fuera
....que te dejara sola, pero nunca se va cuando tú lo deseas, él se irá cuando
tu más lo necesites….cuando menos lo esperes. Y ya nunca más eres tú, ni
siquiera en tu propia casa.
Y así, cada vez eres más pequeña, más insignificante, no
tienes derecho a hablar, porque tú no eres nadie y lo que vas a decir no tiene
valor y no puedes terminar tus frases, las termina él… Pero tampoco le gustan
tus silencios. Eso sí, te obliga a escuchar sus monólogos
envenenados que te dejan sin respiración porque él sabe como nadie darte
una puñalada verbal en un costado y dejarte sangrando y sin respiración, sabe
como nadie poner violencia en una mirada, en un gesto, sabe matar sin armas….
Y un buen día, da igual el motivo, se despoja de todas
sus cualidades de caballero y empieza a gritar, a tirar objetos al suelo, a
empujarte, te amenaza… Y da miedo mirarle a la cara y ver esos ojos criminales….
y mientras cae esa lluvia de violencia sobre ti, te agachas en un rincón, con
la cabeza entre las manos, llorando en silencio, muerta de pena y de miedo. Pero
al día siguiente viene pidiendo perdón y prometiendo que a partir de ahora todo
va a ser distinto . Y te abraza como nadie te abrazó y vuelve a besarte con ternura y vuelves a creerle. Pero pasan los
días, las semanas, los meses, y nada varía… Hasta que un día
Decides denunciar y tienes que demostrar todo esto.... y
te juzgan, pero nunca te pegó, no te dejó marcas en el cuerpo, no hubo
sangre.... entonces..... ¡no es para tanto!....
A veces siento que para tener razón tengo que estar muerta.
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