El Gobierno de la Ciudad tiene muchas asignaturas pendientes, la
accesibilidad es una de ellas. Resulta curioso observar cómo acuden a visitar
una exposición, un stand o cualquier acto que se celebre en beneficio de estas
personas, pero luego son incapaces de gestionar o hacer políticas inclusivas.
Una vez me preguntaron qué sería lo primero que haría si tuviera la opción de
poder tomar algún tipo de decisión que afectara a Ceuta y no lo dudé, las personas con algún tipo de diversidad
funcional tendrían los mismos derechos que el resto de las personas de Ceuta.
Es inmoral saber que no existe igualdad de oportunidades y crea mucha desazón
comprobar las dificultades a las que tienen que hacer frente muchas familias
para poder acceder a la mayoría de los recursos de la ciudad. Acceder, sí, porque
luego hay otros aspectos que son inviables para ellos y directamente se privan de
su uso.
Pensemos en cualquier estación del año, en cualquier fiesta, en cualquier
ámbito de nuestras vidas. Pensemos o, mejor dicho, pongámonos en su piel, en
sus piernas, en sus necesidades y en sus sentimientos. Empaticemos.
No sé si es porque trabajo en un centro de Educación Especial con
niños y niñas que viven en sillas de ruedas, y el verlos todos los días hace
que me invada la impotencia cuando noto tantas cabezas vacías de ideas
envueltas en proyectos hechos sin el más mínimo sentido, ya no de la legalidad,
de la moral. ¿De qué sirve una Comisión de Accesibilidad, una Ordenanza, o un
Plan de Discapacidad, si luego son torpes para hacer de ello un compromiso
ineluctable? Con cubrir expedientes y dar subvenciones creen que tienen
suficiente, pero ¿quien ayuda a María que vive sola con su hija para que ésta
se pueda bañar en la playa?¿Quién convence a Lucas de que esos columpios son
peligrosos para él? ¿Quién enseña a Lucía cómo esperar en el Hospital sin
pictogramas que se lo anticipen? ¿ Cómo compra Julia en una tienda o cómo acude
Mustafa al cine si la entrada tiene escaleras y tiene que entrar por los
laterales, para luego encontrarse con el problema de que los baños del cine
están arriba o que tiene que ver la película en el pasillo?
Justamente el viernes, después de pasar una semana muy intensa en un
colegio dónde el Ministerio no cubre los recursos que se necesitan y dónde
observas que la inclusión es un ideario de manual improbable de asumir por
falta, sobre todo, de actitud y concienciación, te llega la queja de una madre
que ha visto como le han quitado el aparcamiento que tenía para poder llevar a
su hijo a terapia, porque la Ciudad ha considerado más importante reservar esa
zona para cuatro matrículas de honor, supuestamente para cuatro coches
oficiales. Si alguien tiene que irse lejos del ayuntamiento y de la Gran Vía
que sean las personas con discapacidad, no los políticos. Han rectificado, sí,
pero cuando se ha hecho pública la denuncia.
Pasear por una barriada es una odisea propia de Record Guinness,
pero no sólo eso: ¿Se está cumpliendo el porcentaje de contratación en las
empresas, y en el caso que se esté contratando, están teniendo en cuenta a las
personas con movilidad reducida? ¿Se cumple el convenio respecto a la
retransmisión de las noticias en Lenguaje de Signo? ¿Está la piscina municipal adaptada? El
alumnado de San Antonio tuvo que dejar de ir. ¿Qué recursos cuenta la Ciudad para las
personas con algún tipo de diversidad funcional a partir de los 21?
Actualmente, ¿sabe la Ciudad la cantidad de personas que se quedan en sus casas
por no disponer de un programa alternativo en condiciones? ¿Percibe la Ciudad
que tampoco existe ningún programa de respiro familia para que pueden bajar y
subir a una persona con movilidad reducida de un domicilio sin ascensor para ir
al colegio? ¿Cómo pudieron permitir dar la licencia de apertura al
Teatro del Revellin sin las condiciones de accesibilidad? No todas las personas
con movilidad reducida están capacitados para estar en la parte de arriba,
puesto que algunas de ellas tienen otras deficiencias asociadas y a esa altura
se dificulta la visibilidad y la audición.
Además, ¿sabe la Ciudad que existen personas que han tenido que utilizar
el montacargas para subir
porque no es accesible el ascensor y hay determinadas sillas adaptadas
que no entran? ¿Sabe la Ciudad
que siguen negando el acceso a las personas con autismo a los programas de hidroterapia?
¿Dónde está la campaña de información que la Ciudad iba a realizar para el
deporte adaptado? ¿Sabe la Ciudad
que tenemos más de cien menores en listas de espera porque no pueden acceder al
IMSERSO, o que actualmente son muchas las familias que no pueden pagar las
sesiones que ofrecen los centros privados para trabajar la atención temprana? ¿ Cómo entran las personas que van en una silla en los baños de la
Marina si tienen un escalón? ¿Sabe el Gobierno que el ascensor del poblado marinero está obstaculizado porque hay una
terraza, no funciona nunca o lo usan para subir mercancías? ¿Han corregido ya las deficiencias de la Facultad
para entrar, por ejemplo, al salón de actos o a la cafetería? ¿De qué sirve la rampa del autobús si luego choca con la acera y no se puede
abrir?
En fin, podría pasarme describiendo infinidad de situaciones y de
puntos negros que existen en una ciudad que sólo vende los viajes a FITUR y sus
acuerdos firmados con la Plataforma Representativa Estatal de Personas con
Discapacidad Física, pero voy a reservar mis energías para luchar para que
estos tropiezos se conviertan en derechos, aunque tenga que sacar los colores
más de una vez a quienes no son capaces de mirar desde la perspectiva de la
diversidad.
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