viernes, 30 de octubre de 2015

MI FIRMA DE LA SER SOBRE EL REGLAMENTO DE LA CIUDAD

Buenos días Ceuta, buenos días corazones
Mientras la gente vive asfixiada ante una realidad social que se nos ha escapado de las manos, de los pies, de la cabeza, y hasta del propio corazón, existen personas dedicadas al mundo de la política que la denigra, la desacredita, y la mancilla. Estas personas, salidas del pozo mercantil, provocan que hayamos perdido veracidad y esto solamente hace perjudicar la posibilidad de cambio que nada más la política puede dar. La política es necesaria, es primordial. La política es el arte del buen Gobierno y gobernar no es ocupar cargos, sino dirigir todos los esfuerzos hacia un mejoramiento colectivo económico, social, cultural, educativo, igualitario y de libertad. Es servir a la sociedad.
Por tanto, nunca me gustó la soberbia de quienes se creen que lo saben todo, mucho menos de quienes han dejado de buscar lo mejor para la sociedad.
Y si encima, además de vivir a espaldas de la ciudadanía, no saben qué quieren ni a dónde van, caminan en círculo como el burro de la noria, nos iremos alejando cada vez más. Por eso, no quiero callarme. Por eso censuro que empañen todo el esfuerzo que elaboramos de manera diaria los que sí creemos en el hacer por hacer. Me niego a que mancillen nuestras ilusiones, nuestras energías, el sentido de nuestro trabajo, nuestra dedicación, y nuestros sacrificios personales. Por eso, no quiero dejar que nos sigan metiendo en el mismo fardel a quienes usamos la política como instrumento de cambio, y no como instrumento de poder.
Y sí, se me viene el Reglamento de la Asamblea recientemente aprobado. Así que, quienes respaldan este documento o no hacen nada para modificarlo son los personajes que montan en el burro de la noria, los que dan vuelta sin cesar junto a sus propias ambiciones.
Recortar en fiscalización limitando a la oposición, anular la verdadera participación ciudadana, saltarse la legalidad judicial y moral al incluir viceconsejeros no electos, subir los sueldos, profesionalizar un escaño y, sobre todo, permitir cobrar a quienes no van a los plenos , es cuanto menos denigrante para el resto de los mortales.
Pero como yo sí creo que la utopía, espero el día en el que quienes nos representan rindan cuentas y saquen sus agendas públicas, quizás entonces sí podamos juzgar realmente sus dietas. Mientras, habrá que acostumbrarse a que, muy a nuestro pesar, la defecación por la política aumentará.
Muchas gracias por compartir mis pensamientos y recuerda, tus principios no tienen precio.

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