Para que todo el mundo me
entienda a partir de ahora y no se confundan mis palabras. Cuando hablo de
responsables, siempre me refiero a la responsabilidad política, nunca técnica.
Recientemente hice un artículo de opinión donde expuse mi desazón por los
fallos que hubo en el Revellín, en el momento que se estaba proyectando la obra
del colegio San Antonio. Tengo que decir que desde el minuto uno, las personas
que han estado al mando de la proyección, han dado todas las explicaciones
oportunas y han sentido, igual que nosotros, ese corte de luz y de sonido.
Estoy acostumbrada a decir
siempre lo que pienso, a pesar de las consecuencias, pero lo último que quiero
es que mis palabras causen daño a quienes trabajan, a veces, más horas de la
cuenta. Que no se malinterprete mi
intención, que no es otra que hacer ver que un auditorio, que no ha salido
precisamente barato, no se puede permitir el lujo de tener aparatos que saltan,
quizás habrá que invertir más en lo interno y en lo técnico, y menos en lo
estético.
Pasa lo mismo cuando acuso a
Ceuta de no hacer políticas de igualdad, o digo que las familias carecen de
recursos básicos porque tardan meses en recibir las ayudas de primera
necesidad. En ningún momento ataco al
personal del Centro Asesor de la Mujer, ni a quienes gestionan diariamente los
informes de las personas en exclusión social. Mis críticas van directamente a
las Consejerías competentes, al Gobierno de la Ciudad.
Dicho esto, desde aquí
quiero felicitar a todo el equipo que vela diariamente en el Revellín, cualquier
persona está sujeta a cometer un error, aunque lo que pasara aquella tarde no
fuera humano, yo los cometo diariamente. Han demostrado estar a la altura de
las circunstancias, inspeccionando los hechos para que no vuelva a suceder. Y
si por casualidad existiera alguna persona “causante” de este incidente, sin
dudas, sería la titular de cultura, ¿Por qué? Porque ostenta un cargo de
responsabilidad, simplemente por eso.
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