Recientemente estamos inmersos en una vorágine de
comentarios despectivos entre unos partidos políticos y otros, que no ayudan al
entendimiento para la formación de un Gobierno que, a mi juicio, debe de ser
progresista y reformista. No voy a entrar en valorar si el acuerdo con
Ciudadanos lo era, porque ya hice depósito de mi opinión en la urna cundo me
dieron la oportunidad, pero sí quiero poner el énfasis en lo único importante
que existe para ganar la credibilidad y el respeto, que es la coherencia y la sintonía
entre lo que se defiende, se lucha, y se plasma en un papel.
Dicho esto, tampoco me gusta las lecciones de quienes
se creen con el derecho de hacer patinar años de historia socialista, gente que
han estado al frente de unas siglas y han perdido la vida por un ideario,
personas que se levantan y se acuestan con la única intención de servir a una
sociedad que demanda autenticidad, transparencia y honradez. Me gusta que se
hable de políticas, de propuestas, de ideas, de confluencias. En cambio, no salgo
de mi asombro cuando analizo ciertas actitudes impropias de personajes que
están al mando de una dirección, pongamos que hablamos de Ceuta, para atacar
indirectamente al PSOE. Que nadie olvide que fue Podemos, partido al que le
tengo un gran respeto, sobre todo a sus votantes, quien no dudó en emprender
una ráfaga de asaltes contra el socialismo. “La casta”. “La vieja política”.
Que nadie olvide que fue Podemos quien interfirió en las negociaciones,
ironizando con aires de superioridad la formación de un Gobierno, pidiendo
carteras y sillones mientras las colas del INEM o del acceso a la sanidad
amentaban sus cifras. Que nadie olvide que fue Podemos quien ha inducido a la
investidura fallida por su actitud , su prepotencia y su falta de compromiso.
¿Consultó a sus bases su voto en contra, o el control del CNI? Por tanto, que nadie dude que ha sido PSOE quien
ha mantenido siempre la compostura, que ha sabido hacer frente a los lanzas y que
lo único que ha hecho es defenderse ante un discurso avasallador e hiriente. ¿Qué
esperaba la “nueva política”? Esa que también tiene discordancias internas. ¿Que
íbamos a permitir la manipulación y la confusión? Se equivocan, como también se
equivoca quien se atreve a mencionar la palabra “acoso hacia Podemos” en un
artículo de opinión, sobre todo cuando esa misma persona no ha cesado de
desprestigiar a unas siglas con las que al final se ha acabado uniendo para
conseguir un trabajador. Un acuerdo que yo jamás lo hubiera permitido.
Dicho esto, salvo que estemos en campaña y todavía no
nos hayamos enterado, dejemos, con todos mis respetos, de “ hacer el ridículo “
con vaivenes que enturbian el futuro y la esperanza de quienes han depositado
su confianza en el cambio.
La política es mucho más que intereses ocultos. ¿Un
Gobierno a cualquier precio? No, pero sí unos partidos a la altura de las
circunstancias.
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