Siguiendo con la premisa de “como cualquier otra persona”, sería lógico pensar que los grupos políticos tendrían que haber salido en bloque a pedir explicaciones más allá de las que ha dado el portavoz del Gobierno al decir que se ha tratado el tema en los pasillos y que, aunque reconoce que este asunto es complicado, todos hacen piña, que no melón, y apoyan la actuación de la Consejera que firmó supuestamente dicha partida.
Quizás mi torpeza me hace creer que nos toman por tontos. Y Ceuta, mi Ceuta, cada vez se define más como la Ciudad del derroche y las cuentas sin control.
Por otro lado, mi falta de conocimientos jurídicos me alejan de la afirmación que podría hacer ahora mismo de este supuesto pago, o de otros tantos contratos irregulares, pero mis mínimos conocimientos políticos sí me llevan a exigir responsabilidades, o como mínimo algo más de argumentación. Transparencia sí, luego todos hablan de transparencia, pero la opacidad impide traspasar la luz.
Me molesta la mala gestión, pero mucho más me crispa el silencio en torno a un asunto que debería de levantar ampollas, y que sólo se ha quedado en una pequeña rozadura. ¿Dónde está el limite de la permisividad?
Quizás, el Faro es mucho Faro, y una servidora no tiene reparo en seguir pensando mal, tanto de este Gobierno, como de una editorial nada objetiva, selectiva y demasiado subvencionada.
Pero como he dicho al principio, sólo soy una simple persona con muchas preguntas, alguna que otra duda, pero sin ninguna vergüenza entre tantos canallas repartidos en todas las esferas.
Y termino como empecé, sin saber. Únicamente basta una sola explicación para sustentar una verdad y callar una mentira. Y no la han dado. Esperaremos.
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