El otro día tuve el placer de
participar en un debate para hablar de la hegemonía del Partido Popular en
Ceuta durante estos últimos 15 años y hasta ese momento no me había planteado
el porqué un Gobierno que abandona a su gente, que no paga a las empresas, que
carece de transparencia y que falta a la verdad, podía permanecer tanto tiempo
en el poder.
Y pronto tuve la respuesta, más bien
la palabra. Trueque.
Ceuta es una gran cadena de favores donde
la oposición, a veces, se esconde en el caparazón de un tortuga. Los medios de
comunicación, algunos, son utilizados y la gente, en la mayoría de las
ocasiones, está dormitada. Desde mi
humilde forma de entender la política, hay algunos puntos fuertes que sostienen
al Partido Popular en la cima de una montaña que, poco a poco, se está
quemando.
La red clientelar. Romper esto sería
acabar con la pieza del puzle que sujeta el actual panorama político. Pocas
personas son las que se atreven a hablar claro de estas redes porque, aunque
parezca que hacen por erradicarlas, algunas comen de ella.
La política de subvenciones que da
estabilidad y calla algunas bocas, pero luego no hay un control real de ese
dinero. Subvenciones nominativas años tras años que hacen acomodar a un
electorado.
El miedo. Hay dos clases de miedo, el
miedo a perder lo que ahora tengo por mínimo que sea, bien porque siempre lo
malo conocido es mejor que lo bueno por conocer o incluso, me atrevo a decir,
por presiones. Y el otro miedo es la ansiedad a lo recóndito, a la invasión, a
lo que es distinto de lo que hasta ahora se ha considerado lo normal, lo
estable, lo mío.
La compra de los medios de
comunicación, sus ataques o incluso sus silencios. Y es que, debajo de esta
extraña idea de objetividad, se pone de manifiesto siempre una visión de la
política como algo negativo, destructivo, dañino y sesgado. Nunca entendí esa
parte del periodismo, esa que se cree con el lujo de influir y no informar.
Cuando subvencionan a un medio de comunicación lo hacen con el dinero de todos
y de todas, no con el dinero del Gobierno. ¿Qué significa esto?, que estos
medios tienen que estar libres de ideologías, de prejuicios y, sobre todo, de
mentiras. Algún día hablaré de mi experiencia.
Y la abstención, la falta de ilusión
de las personas por la política. No hay una mayoría absoluta que quiere al Partido
Popular, hay una mayoría que no nos quiere a nadie. Y es aquí cuando toca hacer
la autocrítica personal y hablar de la oposición.
Tenemos una tarea pendiente,
ilusionar y hacer que la ciudadanía convierta sus quejas en votos. Pero para
eso tenemos que fiscalizar y ser creíbles, tenemos que servir, no servirnos y, sobre
todo, tenemos que ser, estar y hacer con las cargas no por los cargos porque
recuerda, tus principios no tienen precio.
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