Analizar los
plenos de la Ciudad puede ser frustrante o gracioso, según el interés que
lleves o quieras mostrar. En primer lugar, tengo que volver a insistir en la
increíble capacidad de hacer de un Gobierno que utiliza las sesiones plenarias
como trámites rutinarios, pero no de acción. Esta ciudad sobrevive gracias a
las iniciativas que llevan los partidos de la oposición, unos más que otros, eso
es evidente. No es concebible que un ejecutivo aporte cero propuestas para
desarrollar en Ceuta, en un pleno, cuando días atrás anunció una lista de
intenciones hasta ahora nunca resueltas, pero siempre consagradas. Él mismo
advirtió entender que era normal que la gente no lo creyera. ¡Pobre!, o más
bien ¡descarado! Para estar en la primera línea política, como mínimo, hay que
tener inquietud y respeto. Inquietud para cumplir lo propuesto, y respeto por
el valor de la democracia, una democracia que pide a gritos cordura y
responsabilidad. Dicho esto, no me preocupa tanto que otros partidos de la
oposición lleven las mismas propuestas que, en su día, llevamos al pleno los y
las socialistas, como que el Gobierno no cumpla lo acordado. No creo que baste
solamente una Comisión de Seguimiento de los acuerdos plenarios si ésta no se
“vigila”, en su día no sirvió. Tampoco que la Mesa Rectora haga el control,
aunque algo se avanzará y se inspeccionará. Lo que habría que hacer, para que
nos tomen en serio, es fiscalizar de una
manera insistente y buscar así consecuencias democráticas en las urnas, colgar
en la web de la Ciudad todos los acuerdos aprobados, ejecutados, en proceso, “o
a la expectación”, para que la ciudadanía pueda verlo, y que el Gobierno rinda
cuentas, como mínimo, una vez al año. Pero una rendición de cuentas de verdad,
de las que te hacen sentir que la política es el instrumento de cambio. Un
rendición de cuentas donde poder examinar e incluso cesar o dimitir, si no has cumplido un programa electoral o
unos acuerdos plenarios, sin motivos que lo justifique. Es la única manera para
conseguir que el valor de la palabra no se diluya.
No es que otro partido
lleve, por ejemplo, las cláusulas sociales, propuesta que hicimos en la
legislatura anterior y fue avalada por unanimidad. Es observar que hay que
llevarlo porque el Gobierno incumplía la Ley, y pocas personas estaban para
recordárselo. Adjudicaciones sin investigación en todos los sentidos. Mientras,
espero el día en que la ilusión vuelva a brillar por las calles de esta ciudad
sin escuchar el triste argumentario del clientelismo, o el amiguismo. La compra
del poder. Espero el día en que la fiscalización sin oxígeno sea la rutina de
nuestros representantes. Espero el día en que la objetividad y la
reivindicación, sin cheques en blanco, ganen la batalla a la inacción.
Entonces, sólo entonces, el Gobierno del Partido Popular tendrá los días
contados.
Y en cuanto
al Protocolo de Coordinación de Violencia de Género, escuchar a la Consejera
dar a entender que estaba en otras cosas “más importantes”, desde el año 2011,
y por eso no está hecho, no tiene precio. Y yo no pago en falso.
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